jueves, 28 de agosto de 2008

LOS RATEROS

Podríamos decir que son también conocidos como los de Bajo Perfil Criminal, No secuestran a gente importante para llevarse botines que les puede solucionar la vida en tan sólo una acción, pero los hay desde los que asaltan taxistas, microbuseros, o cualquier transporte público, hasta los que entran en las casa a robar. Parece ser que cada quien se dedica a su especialidad y así las penas son menores y hasta complacientes para estas sabandijas de la sociedad. Sin embargo cualquier aparente raterillo insignificante puede ser tan peligroso y criminal como un Mochaorejas por ejemplo. Estenemos el caso y de nueva cuenta tan sólo es un ejemplo de los miles que hay, de aquel raterillo que entraba y salía en la cárcel como pedro a su casa, hasta que un día el delito que cometió fue de los que cometen criminales de la más alta estirpe, asesinó a uno de los maximos jefes encargado de la lucha contra la drogas.
Y todo esto viene al caso poorque hace unos pocos días leía en la prensa y después del artículo sobre los microbuseros, que en la estación del metro Toreo, hay unos delincuentes que se dedican a asaltar a cuanto pasajero se les cruza en el camino, lo hacen ante la mirada de numerosas personas y sin el más mínimo temor a ser detenidos y lo más lamentable es que según la misma nota, tras cometer sus fechorias van con unos policías y les hacen entrega de algún "obsequio". Esto es increible. Que la policía no pueda detener a unos secuestradores es más compresible, pues los delincuentes se cuidan de que no sepan en dónde están, pero que asalten ante la mirada de las personas y encima los policías no sólo no hagan nada por detenerlos, sino que hasta sean cómplices, es inadmisible. Y la pregunta que surge en este caso como en el de los microbuseros ¿Cómo es posible que periodistas descubran los lugares de los delincuentes y la policía no sea capaz de detenerlos? Así es imposible acabar con la delincuencia, así es imposible tener esa paz que tanto anhela el pueblo. Estos miserables tienen que ser apresados y encarcelados, pero que no salgan en un mes ni en seis, que cuando menos se tiren cinco años de cárcel si no tienen delito más grave. No es posible seguir tolerando esto, pues si hasta hoy un delincuente de estos no ha matado a nadie, mañana lo pude hacer y una familia puede perder a un ser querido y hasta quedarse más en la miseria.
Acabar con esta lacra debe de ser el comienzo para ir limpiando la sociedad de alimañas.

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