miércoles, 6 de agosto de 2008

Medellín

Vamos a comenzar nuestro caminar con uno de los acontecimientos de nota roja más destacado de estos días.
Se trata de la ejecución en Estados Unidos del mexicano Ernesto Medellín. Quince años atrás este individuo junto a su banda, violó y dio muerte a dos jovencitas de 14 y 16 años, delitos por los cuales fue sentenciado a muerte. Uno de los cómplices ya fue ejecutado, otro está en espera y a otros les dieron cadena perpetua.
En estos días en los que México se despierta con aberrantes crímenes de los que escribiremos en próximas entradas, en el que cada vez son más las voces que se levantan pidiendo la pena de muerte contra violadores y secuestradores que maten a su víctima, los medios de comunicación, diversas organizaciones tanto nacionales como internacionales, exigían el indulto para este criminal, lo que en verdad resulta inconcebible.
Resulta inconcebible por que es un extranjero que quitó la vida a dos niñas de la forma más cruel que se les pueda quitar y es el país en donde ha cometido el delito el único que tiene derecho a juzgarle con respecto a sus leyes, que por cierto, en este tema son bastante justas.
Los moralistas dicen que a nadie se le puede quitar la vida, que tan sólo Dios la da y Dios la quita; pero siendo Dios todo poderoso y el que la da y la quita, es evidente que en este caso si se le ejecuta es porque Dios así lo quiere, pues de no quererlo y dado su poder, Medellín seguiría vivo.
Al parecer las personas que están contra la pena de muerte se fijan unicamente en lo que debe sufrir el condenado a muerte en lo que ve llegar la hora y se olvidan por completo del sufrimiento de aquellas dos jovencitas que sin haber hecho daño a nadie fueron brutalmente asesinadas.
Los hay quienes dicen que con matarlos no se soluciona nada, sin embargo debe ser un freno para todo aquel animal que vaya a cometer un crimen atroz de estos, además de que manteniendolos vivos en una cárcel tampoco se gana nada y una vez más, para los creyentes, que se acuerden de esa máxima de Jesucristo: "Quien a hierro mata a hierro muere" por lo que según estas palabras divinas Medellín tenía que morir como ha muerto.
Una y otra vez la prensa y demás medios nos mostraban a la familia del asesino con todo su dolor, rezando y pidiendo clemencia para el familiar que iba a ser ejecutado; nunca los ví rezar por las dos niñas asesinadas por esta bestia inhumana, que es lo que son los que cometen este tipo de actos.
Activistas contra la pena de muerte se veían conpugidos tras la ejecución de Medellín. Me pregunto si se mostraron igual cuando las dos inocentes criaturas fueron asesinadas.
A los familiares de las jovencitas no se les había visto en ningún medio de comunicación mexicano, en donde todos los espacios como ya mencionamos, eran ocupado por los familiares del asesino y en ninguno se daba cabida a los de las víctimas. como si no tuviesen padres, como si al igual que los que ahora pedían clemencia para el criminal, se hubiesen olvidado de sus propias hijas, de las víctimas. Pero no. Hoy al fin se puede ver en imagen de interenet en aol, a los padres de ambas víctimas, los dos, junto a otros familiares acudieron a la ejecución. Tras ésta habló el padre de una para decir tajante y lleno de satisfacción: "Durante muchos años he esperado este momento, pero hasta el último día de mi vida seguiré esperando que se siga haciendo justicia"
Pues sí, ahí estaban mostrando todo el inmenso dolor que jamás se les irá de la mente. Fueron pérdidas irreparables que hoy tendrían que estar felices junto a ellos y sin embargo unos criminales se les atravesaron en el camino para sacarlas de este mundo y llevar el inmenso dolor a dos familias que nada habían hecho.
¡Señores¡ Son a ustedes, los padres de las víctima, a los que millones de mexicanos y seres de otros países les damos nuestra más sincera solidaridad. En esta historia las únicas víctimas son ustedes y se les está haciendo la justicia que piden y que merecen.

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