lunes, 11 de agosto de 2008

LA PERPETUA

Ante esta oleada de horrendos crímenes que se está padeciendo y ante los cuales nadie con un mínimo de sentimientos puede permanecer impasible, el presidente Felipe Calderon pide la cadena perpetua para secuestradores asesinos. Un gesto digno de aplaudir, pues aquí no se trata de política sino de acabar con estas ordas de criminales sin escrúpulos.
Como la cadena perpetua es tan sólo un eslabón anterior a la pena de muerte, valga lo siguiente también para ésta.
Dicen ahora que la cadena perpetua no reduce los crímenes, que donde se aplica ésta los crímenes se siguen cometiendo igual; incluso la organización Unidos Contra la Delincuencia, por boca de su lideresa María Elena Morera dice que lo que hace falta es detener a los delincuentes. En definitiva, tal parece que esta gente se piensa que con respeto a la ley y actuando con seriedad se puede acabar esto, como si al delincuente se le pudiese decir pórtate bien y ya. Son demasiados absurdos totalmente alejados de la realidad. La única forma de reducir la delincuencia y hasta acabarla es con mano dura y esto está más que demostrado.
Decir que en donde hay cadena perpetua o pena de muerte se siguen dando crímenes es tan absurdo como los que dicen que a pesar de haber condones hay sida. Es cierto que hay crímenes, sin embargo posiblemente estos serían más de no haber éstas penas. Medellín cometió unos crímenes, muy posiblemente haya asesinos como él que se abstengan de hacerlo al ver su triste fin. Delincuentes detenidos los hay a miles y de qué vale el detenerlo y encarcelarlos si en meses o en uno o dos años ya están en la calle. Tenemos casos como el que asesinó en la Guerrero del DF al comandante de la AFI o el que recientemente asesino en la avenida Eduardo Molina también de la capital a una pobre enfermera que se dirigía a su trabajo y que por fortuna fue detenido por dos boxeadores que praticaban deporte, ambos criminales eran asiduos huéspedes de las prisiones. Por si fuese poco, cada vez pretenden que las prisiones sean mejor y se quejan de todo, ya tan sólo les falta que los lleven a un hotel a cumplir la condena.
Si un delincuente no es severamente castigado seguirá con sus fechorias; sin embargo si sabe que por cometer un crimen nunca más va a salir de la cárcel si lo agarran, o más todavía, que lo van a matar, sin duda que cuando menos se lo pensará dos veces. Sin duda que habrá criminales que sin temor a semejantes castigos se aventarán a cometer el delito, sin embargo muchos otros se abstendrán de hacerlo, se habrán salvado víctimas de morir a manos de estos criminales.
Para ejemplo y por desgracia, podemos poner los países dictadores. En una ocasión escuché decir que no había nacido quien acabase con la violencia, de repente pensé: Nació y hasta se murió, se llamaba Francisco Franco.
Olvidemos la política, esto nada tiene que ver con eso y como menciono tan sólo es un ejemplo. Cualquiera que haya ido a España por los años sesenta o mediados incluso de los setenta puede confirmar lo siguiente. Muchos mexicanos se quedaban asombrados cuando por ejemplo veían a las tanta de la madrugada caminar tranquilamente solas a mujeres por calles solitarias y hasta por callejones. Los carros se dejaban con las ventanillas bajas mientras que el propietario se iba a comer y a veces hasta por las noches. Una violación o un crimen eran impensables. La pena de muerte estaba vigente, sin embargo no era necesario emplearla (se empleó para lo político). Había eso si, los pequeños rastrillos que robaban una cartera cuando podían y para estos mayor castigo que el de la cárcel era el desprecio de la propia sociedad que nunca le perdonaba el que fuesen rateros. ¿Qué frenaba a la delincuencia? La dureza de los castigos, las torturas para quien cometía un delito eran inaguantables, por si fuese poco sabían que si el delito era grave no saldrían nunca de la cárcel y podían llegar hasta ser ejecutados en el garrote vil si el crimen ya era gravísimo. La policía además tenía la facultad de disparar antes de preguntar y cualquier delincuente temblaba ante la sola palabra de policía. Si vemos la comparación con el México actual nos damos cuenta que en ocasiones hasta los delincuentes son defendidos cuando van a ser detenidos y la policía se ve en un predicamento, pues si actúan con dureza les llegan los de derechos humanos y hasta a la cárcel van a parar y si no se les escapan y son el hazmerreir de la gente.
No hay duda de que si se quiere acabar con esta lacra no hay de otra más que la dureza, es a lo único que el delincuente pude temer y lo único que le puede frenar. En España se acabo la dureza y el crimen está a la alza.

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