jueves, 7 de agosto de 2008

MARTÍ Y MARIANA

Los criminales han vuelto a hacer de las suyas, pero en está ocasión han ido demasido lejos. Ya no se trata del asesinato a sangre fría de una familia de seis personas, entre las que se encuentran dos niñas de cinco y siete años, ni se trata de un crimen contra niñas indefensas que han sido violadas y asesinadas, no; ahora se trata del crimen más salvaje, e inhumano que jamás se haya cometido en la historia de la humanidad, ahora se trata del crimen de un joven de catorce años hijo de un empresario millonario que fue secuestrado y a pesar de haberse pagado el rescate fue asesinado.
Su nombre es Alejandro Martí, hijo del antiguo dueño de la cadena de tiendas deportivas Martí, cadena que según los medios vendió en más de 500 millones de dólares.
Todos los medios de comunicación no dejan de hablar un día tras otro del caso, tanto periodistas que manejan noticieros olvidándose de lo que tal vez un día aprendieron en las esculas de lo que es el autentico periodismo para convertirse en jueces, hasta descerebradas que manejan programas para atontar más a la gente de lo que ya está, dan la noticia hablando hasta por los codos. México está de luto, un niño de tan sólo 14 años ha sido asesinado brutalmente. El presidente del país y demás enemigos del jefe del gobierno del DF, a quien ven como otro peligro para México, aprovechando la situación y como siempre hacen, no dudan en comenzar a echar la culpa a éste, últimamente Marcelo Ebrad tiene la culpa de todo lo trágico que sucede en la ciudad, claro, el señor presidente se olvida de que es él el máximo jefe federal y que bajo su gobierno van algo así como cuatro mil muertos por la violencia; pero claro, no es lo mismo que el pequeño Martí, al cual se le hacen los funerales y en primera fila está el señor presidente de la República, quien de igual manera una y otra vez se referirá a este caso indignado por completo, hasta llegar a pedir cadena perpetua para este tipo de delitos, lo cual, valga en su honor, ya lo había hecho anteriormente.
Los hechos fueron los siguientes. Un día de hace ya dos meses, el joven Martí salió de su casa rumbo a la escuela, lo llevaba el chofer y lo acompañaba un guardaespaldas. Al llegar a un determinado lugar fue detenido el vehículo en el que viajaban por un supuesto control de la policía. El chofer fue asesinado y lo mismo pensaron del guardaespaldas quien al fin resultó estar vivo, mientras que el joven fue secuestrado. Los padres pagaron algunos millones de dólares según la prensa, sin embargo el hijo no aparecía. Por medio de la misma prensa los padres mandaron otro mensaje a los secuestradores indicándoles que ya habían cumplido con su parte, que por favor les devolvieran al hijo y hasta ofrecían dos millones más. Lo que la familia no sabía que para entonces el hijo había sido asesinado, su cuerpo aparecería como dos meses después del secuestro, completamente desfigurado en el interior de la cajuela de un carro.
No hay duda de que es un crímen cruel, de que estos repugnantes criminales merecen más que la cadena perpétua, es más, hasta la muerte con una inyección letal es poco para semejante escoria. Detenidos, ahora sí, estas bestias asesinas, resultaron ser policías, lo que en verdad es grávisimo, pues , ¿En qué manos estamos los ciudadanos si los que nos tienen que cuidar nos asesinan? Esto es aberrante, inconcebible y por supuesto que los medios de comunicación están en lo cierto al decir que esto debe de acabar y quejarse de tanto crimenen y desde aquí nuestro más sentido pésame para la familia Martí. Sin embargo la ironía del primer párrafo no es por la calidad sino por la cantidad.
Es indignante que por tratarse de un millonario se le dé semejante cobertura a un caso cuando hay cientos, si no miles, como éste o peores. Pongamos un ejemplo para empezar.
Hace unos meses, nuy pocos, en Santa Clara Ecatepec EDO. de México, una niña de trece años y de nombre Mariana, sin chofer ni guardaespaldas o siendo ella la única guardaespaldas de su pequeña hermanita, salia de su casa para llevar a ésta a la escuela o kinder. Nunca más volvió a su casa.
Dias después de su desaparición y tras dar vueltas por todos los sitios, la angustiada mujer pegaba carteles por los postes con la foto de su hija Mariana y pidiendo la solidaridad de la gente para encontrar a su hija.
No pasaron muchos días, tal vez tres o cuatro, cuando la niña de Santa Clara aparecía muerta. Su cuerpo todavía sin desarrollar había sido tirado a la orilla de un canal de aguas negras como si de un animal se tratase y antes de su muerte, o tal vez hasta después, pues de estas bestias cualquier cosa se puede esperar, había sido violada.
La indignación del pueblo fue tan grande como hoy lo es la de los millonetas, la de los jueces periodistas que entonces callaron, ni una sola palabra de la pobre niña, la que ni tan siquiera comenzaba a vivir cuando de forma brutal la arrancaron la vida. A su funeral no fue el presidente y es que los pobres no tienen presidente, estuvieron a punto de tener uno, pero las elecciones las pagan los millonetas y no iban a permitir que un proctetor del pueblo fuese presidente, así que primeron se gastaron millones y millones para engañar al pobre inculto, diciéndoles que el presidente de los pobres era un peligro para México, lo que no decían es que era para el México de los millonarios, para el de ellos, para los que no les importa quitar al pueblo sus recursos naturáles para compartirlos con el extranjeros a los que ya les empiezan a dar cargos hasta en el gobierno. Muchos pobres, embrutecidos por la pobreza creyeron las palabras que les metían a martillo y cincel en la cabeza, no obstante más de catorce millones votó por el presidente de los pobres para ganar las elecciones y entonces los millonetas dijeron que eso no podía ser, que ahora sí, el México de ellos estaba en serios apuros y le quitaron el triunfo para darselo a uno de su clase, a uno que no acuda a los funerales de los pobres y que tan sólo lo haga al de sus gentes los millonetas, a los de los de su clase.
Y fue el pueblo de Santa Clara, el pueblo de la clase trabajadora, el que nada tiene que ver con los millonetas, el que vive de su modesto trabajo ganando tres o cuatro mil pesos mensuales cuando mucho, lo justo para poder sobrevivir y enriquecer en muchos casos al patrón extranjero y no los más de cien mil pesos mensuales que ganan los políticos y los que se dedican a informar lo que les conviene a los millonetas haciendose de todos éstos uno junto a los empresarios.
Y el pueblo marchó desde el centro de Santa Clara a San Cristobal. No iban en lujosos coches, caminaban aguantando el calor de la mañana y fueron a pedir justicia, una justicia que a los pobres no les llega tan rápido y así, los asesinos de Mariana, la niña de Santa Clara, siguen libres, por lo que otra niña puede estar en peligro de muerte, más no importa, será alguna niña como Mariana de padres trabajadores, nada que ver con los millonetas, no es tan grave el asunto.
Ni con la marcha reacionaron los medios de comunicación; los Dorigas, Molas y demás achchincles del capitalismo, del México de los millonetas para los que el presidente de los pobres es un peligro, callaron. Marianita no era la hija de un millonetas, era una simple hija del pueblo y por eso tan sólo el pueblo la lloró y clamó y sigue clamando justicia. Su asesinato no puede quedar impune.
¿Y si el crimen lo comete un milloneta?
Podemos ver el caso de Acapulco. Le llaman El Chacal. Violó y asesino a una inocente criatura de tan sólo siete años. El repugnante criminal pertenece a la clase de los millonetas, por lo que cuando tan sólo llevava un año de prisión su padre sobornó a jueces y el miserable hijo quedó en libertad. Hoy sigue libre, de nada sirvieron las manifestaciones de la clase humilde para pedir justicia, como en el caso de Marianita la justicia no es para los pobres y el repugnante Chacal sigue libre, parece de que ya nadie se acuerda del caso. Al parecer está bien escondido alejado de la llamada justicia, pero como está la manejan los de su clase, los millonetas, posiblemente nunca llegue y esta alimaña siga como si nada o tal vez acechando a otra pequeña víctima inocente.
Casos como los de mariana, la niña de Santa Clara o la de Acapulco hay muchos, demasiados.
Los millonetas hoy están de luto por el salvaje asesinato de uno de los de ellos; el pueblo de México, el de los pobres, el de la gran mayoría, el de la clase trabajadora, el auténtico, siempre está de luto porque bestias inhumanas un día sí y otro también les arrebata a un ser querido, a un hijo del pueblo.
PD. Si has sido víctima de la delincuencia o sabes de alguien y quieres contar el caso adelamte, escribe tu comentarioy será atendido con gran interés.

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